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martes, 12 de noviembre de 2013

Nacionalismos y regionalismos en el siglo XIX. Movimiento obrero

Nacionalismos y regionalismos durante el siglo XIX.








LOS NACIONALISMOS VISTOS CON HUMOR:











Algunas consideraciones sobre el anarquismo:

Anarquismo
El término anarquismo es de origen griego y significa “sin autoridad ni poder”. Esta ideología, junto con el marxismo, constituye una de las corrientes del “socialismo”. Ambas, anarquismo y marxismo, coinciden en la crítica al capitalismo y en la necesidad de su eliminación, pero difieren radicalmente en cuanto a los métodos para conseguirlo.
Algunos sectores del anarquismo preconizaron la acción radical y violenta. Ello se concretó en atentados terroristas que reputaron esta corriente de agresiva y salvaje.
La teoría anarquista
Rechazo de cualquier tipo de autoridad -en especial la del Estado- y el repudio a cualquier forma de organización, sea de carácter partidista, administrativa o religiosa. Junto al rechazo a la autoridad preconiza la libertad individual.
Para los anarquistas el Estado capitalista constituye una estructura que posibilita la explotación de la clase obrera y por ello debe ser destruido. Rechaza tanto el juego político como la organización de partidos. El medio fundamental para eliminar al Estado es la huelga general, que permite arruinar a la burguesía.
La organización social ha de estructurarse de abajo arriba, partiendo de pequeñas comunidades autosuficientes y por libre decisión de sus miembros, expresada a través del sufragio universal, nunca por imposición.
La abolición de la propiedad, ya que ésta es considerada como un robo cuando se consigue sin trabajo. El derecho a la herencia (origen del status social) ha de eliminarse y sustituirse por la colectivización de los bienes.
La importancia de la educación. El hombre solo será libre cuando sea capaz de pensar por sí mismo y el mejor medio para conseguirlo es una esmerada instrucción
Sus principales ideólogos fueron Proudhon, Bakunin y Kropotkin.


Socialismo científico o marxismo
Partiendo del estudio histórico sobre la transición de unas sociedades a otras, Carlos Marx y su colaborador y amigo Federico Engels realizaron un análisis de la sociedad capitalista, indagando en sus contradicciones y planteando los medios para su destrucción.
Para el marxismo, son las circunstancias materiales y no las ideas o la voluntad de los hombres las que determinan los hechos históricos. En tal sentido, diferencia entre infraestructura (la economía) y superestructura (la organización del Estado, los aspectos políticos, jurídicos, ideológicos, el pensamiento filosófico, las creencias religiosas, la producción artística, las costumbres, etc.
La intensificación de la explotación de los obreros (aumento del ritmo de trabajo, empleo de mano de obra infantil, jornada laboral abusiva, etc.), permiten al capitalista incrementar sus beneficios. Sin embargo, las ganancias se concentran en cada vez menor número de empresarios debido a que una parte de éstos -los menos competitivos- van desapareciendo y engrosando las filas de los desposeídos, el proletariado.
Podría definirse como la diferencia entre la riqueza producida por el trabajo del obrero y el salario que éste recibe del patrono es la Plusvalía. Esa remuneración sirve para hacer frente a los gastos de alimentación, vestido y el alojamiento que necesita para subsistir y seguir trabajando pero no satisface el total del valor del trabajo desarrollado. Este hecho conlleva el enriquecimiento del capitalista. La plusvalía sería por tanto, la parte del trabajo que el empresario deja de satisfacer al trabajador.
Las clases sociales para el marxismo están definidas por las relaciones de producción, es decir, por la forma en que los hombres producen mercancías. En el seno de las relaciones de producción, el papel que ocupa cada individuo está determinado por la división del trabajo, es decir, aquellos que desarrollan una misma actividad -y por tanto están sometidos a unas idénticas condiciones- conforman una clase social. Unos la producen y otros se apropian de una porción de la misma.
A lo largo de la historia siempre ha habido clases enfrentadas. En las sociedades esclavistas (Grecia y Roma en la Antigüedad) fueron antagónicos los propietarios libres y los esclavos; en el seno de la sociedad feudal el enfrentamiento se estableció entre nobles y eclesiásticos por un lado y siervos por otro. En el seno de la sociedad capitalista ocurre igual: la lucha de clases es protagonizada por la burguesía, propietaria de los medios de producción (capital, fábricas, máquinas, transportes, etc.) y por el proletariado que, al disponer únicamente de su fuerza de trabajo, se ve obligado a venderla a cambio de un salario que escasamente sirve para satisfacer la supervivencia.
Los intereses de ambas clases son antagónicos e incompatibles y conducirán indefectiblemente al enfrentamiento. A medida que el capitalismo vaya desarrollándose el número de obreros se incrementará, lo que unido al deterioro de sus condiciones de vida, conducirá a la revolución.
La revolución tendrá como objetivo conseguir una sociedad perfecta donde no existan ni explotadores ni explotados. Para ello será imprescindible la abolición de la propiedad privada, que se sustituirá por la propiedad colectiva.
A través de la acción revolucionaria los obreros deben derribar el gobierno de la burguesía y sustituirlo por uno de carácter obrero. Eso puede requerir el uso de la violencia, pues los trabajadores se encontrarán con la oposición de la clase dominante.
Una vez conseguido el control del Estado será necesario salvaguardar las conquistas realizadas mediante el ejercicio de una dictadura de los trabajadores, constituyendo éste el primer paso hacia la consecución de una sociedad comunista sin clases.

Más información en :





Movimiento obrero en España

BLOQUE 7.-
Estándar 83: (1,5 puntos)

“Siendo la nacionalidad una unidad de cultura, un alma colectiva con un sentir, un pensar y un querer propios, cada nacionalidad ha de tener la facultad de acomodar su conducta colectiva, es decir, su política, a su sentimiento de las cosas, a su sentido, a su libre voluntad. Cada nacionalidad ha de tener su estado. […]
Así, el nacionalismo catalán, que nunca ha sido separatista, que siempre ha sentido la unión fraternal de las nacionalidades ibéricas dentro de la organización federativa, es aspiración levantada de un pueblo, que, con conciencia de su derecho y de su fuerza, marcha con paso seguro por el camino de los grandes ideales progresivos de la humanidad.”
E. Prat de la Riba: La nacionalidad catalana, 1906.

“Libre e independiente de poder extraño, vivía Vizcaya, gobernándose y legislándose a sí misma, como nación aparte, como Estado constituido, y vosotros, cansados de ser libres, habéis acatado la dominación extranjera [...]
[…] vosotros, degenerados y corrompidos por la influencia española, o lo habéis adulterado por completo, o lo habéis afeminado o embrutecido. […] Vosotros, sin pizca de dignidad habéis mezclado vuestra sangre con la española o maketa, os habéis hermanado con la raza más vil y despreciable de Europa.
Lo que de bueno tiene el vasco no se lo debe a Castilla y hermanas. De lo malo, casi todo lo tiene de ellas recibido. [..]” S. Arana: Bizkaitarra, 1894

1. ¿A qué movimientos hacen referencia los anteriores textos?
Al nacionalismo catalán el primer texto y vasco el segundo

2. ¿En qué contexto surgen?

El origen de estos movimientos en España se debió a distintos factores dependiendo del caso, pero todos ellos defendían el particularismo lingüístico, cultural, institucional e histórico frente a las tendencias uniformadoras y centralistas del Estado liberal.

El principal representante del catalanismo fue la Lliga Regionalista, de ideología
conservadora; pretendía la autonomía para Cataluña. En 1906 fundó de Solidaritat
Catalana, agrupación interclasista –no partido político, con el fin de defender los
derechos catalanes. La izquierda catalanista no tuvo un papel destacado hasta la
creación en 1922 de Estat Català, bajo la dirección de Macià.

El Partido Nacionalista Vasco, fundado por Sabino Arana, estuvo apoyado en la
ultraconservadora burguesía bilbaína, recelosa del progreso y de la industrialización,
con la incorporación de nuevos elementos menos radicales, se ensanchó la base social
del partido, aunque perviviendo la ideología tradicionalista. Tuvo menos arraigo social,
que el catalán.

3. ¿Qué similitudes y diferencias existen entre ellos?

En un principio, el nacionalismo catalán no tenía carácter separatista, pretendiendo una organización federal, en cambio el nacionalismo vasco es más radical, reclamando el autogobierno. Ambos pretenden que se reconozcan sus peculiaridades tales como la lengua, instituciones, historia...